22 mar 2011

El conejo en la luna

El tema de este escrito vino a mi en una conversaciòn con una amiga, ella me preguntò: "¿No te has preguntado nunca por què la gente dice que si ves un conejo en la luna, significa que estas enamorado?". Me hice la misma pregunta e inmediatamente vino a mi esta historia... Espero que les guste.

Cuenta la historia, que existió una época en la que el mundo era iluminado por una luna blanca y cinco reyes lo gobernaban. Eran los cinco hombres más poderosos del mundo, con tanto poder que eran considerados como dioses. Para garantizar su reinado, los cinco decidieron hacer un pacto. Cada uno gobernaría una parte de aquella inmensa tierra en paz y sin causar conflictos.
  Durante años todo transcurrió con normalidad y cada rey dirigía su reino con total paz, pero el caos estaba a punto de llegar. El Rey Salomón, el más poderoso de los cinco y quien se encargaba de hacer justicia y mantener la paz entre todos los reinos, tenía una hija llamada Victoria. Su belleza era codiciada por muchos, razón por la que su padre la protegía como nada en el mundo. Todo hombre que tuviera el privilegio de ver a Victoria, quedaba perdidamente enamorado hasta el punto de quitarse la vida por causa del despecho de no poder tenerla. Sólo un hombre en la tierra pudo ver a Victoria sin perder la cordura, y era el príncipe Ignacio, hijo de uno de los cinco reyes que gobernaban al mundo. Ignacio no sentía la obsesión inconsolable por tener a Victoria al igual que muchos otros hombres, el simplemente supo que realmente la amaba al verla por primera vez.
  Victoria siempre se preguntó si existiría algún hombre en la tierra que no perdiera la razón al verla, un hombre que pudiera llegar a amarla. Cuando conoció a Ignacio, supo que era él. Por esto, Ignacio decidió pedir la mano de Victoria, pero el rey se negó. Enfadado por la decisión del Rey de no darle la mano de su hija, Ignacio decidió secuestrarla.
  El caos inició y el mundo se vio envuelto en una brutal guerra debido a que El Rey Salomón, quien era el encargado de mantener la paz y la justicia, había sido cegado por la ira. Decía ser capaz de destruir cada uno de los cuatro reinos si era necesario para hallar a su hija.
  Ignacio y Victoria huyeron de la ira del rey, amándose cada segundo posible ya que sabían que en algún momento todo aquello podría acabar. Victoria pudo ver el dolor y la desolación que su padre estaba causando en todo el mundo por encontrarla y la culpabilidad no tardo en despertar su conciencia. Sabía que tenía que regresar y detener la destrucción que estaba causando. Así que una noche decidió escapar de los brazos de su amado captor sin que él lo notara, ya que sabía que Ignacio iba a querer regresar con ella, y si esto ocurría sabía que lo matarían. Así que mientras dormía, ella huyó y volvió al reino. Al regresar, su padre detuvo la destrucción, y la encerró.
  Debido a la obsesión de proteger a su hija, El rey perdió la cabeza y se entrego a la locura. Tomo la decisión de alejar a Victoria de todo aquel hombre que quisiera tenerla, inclusive de él mismo si era necesario. Llamo al hechicero del reino y le ordeno que conjurara un hechizo a su hija para que ningún humano pudiera poseerla. El hechicero sorprendido por la petición, preguntó si estaba seguro de la decisión que estaba tomando, pero el Rey, sumido en su locura, mantenía su postura.
  El hechicero le explico que la única forma de alejarla del alcance de los humanos era sacrificarla a la luna, de esta forma Victoria se convertiría en parte de ella, y así estaría muy lejos del alcance de todo hombre. Pero antes habría que convertirla en un animal, ya que sólo así el sacrificio daría resultados. Contrariado por la opción que le había dado el hechicero, el Rey, con lágrimas en sus ojos, aceptó. Antes de que Ignacio pudiera llegar para salvar a su amada, ya se había culminado el hechizo. Desgarrado por el dolor pudo ver a aquel pequeño conejo, que alguna vez fue su amada Victoria, sin vida en las manos del hechicero. Lleno de ira y de dolor, y antes de que pudiera hacer algo, Ignacio fue apresado.
  Esa misma noche algo increíble sucedió. Mientras se preparaba para su ejecución, Ignacio fue testigo de un milagro. La luna, que era tan blanca como la nieve, se manchó. Una sonrisa se dibujo en el rostro de Ignacio, no le estaba sonriendo a la muerte, le estaba sonriendo a su amada, que lo miraba con amor desde la luna, esperándolo.
  Muchos veían aquellas manchas como la sangre de la princesa Victoria, que había sido sacrificada a la luna aquella noche. Pero Ignacio no vio lo mismo que todas aquellas personas, el vio algo diferente, vio a un conejo. Es así como a partir de esa noche, la luna dejo de ser blanca y ahora relucía manchada en el oscuro cielo.
  Algunos dicen que aquel que esté enamorado verá en la luna un conejo, el mismo conejo que vio Ignacio antes de morir

Daniel Fuentes

14 mar 2011

Una pasiòn

   ¿Alguna vez se han preguntado cómo nace una hermosa canción?, o ¿cómo un escritor logra atraparte en su historia?, o ¿Cómo una película puede hacerte llorar, reír o disgustar? Todo aquello que nos parece único e irrepetible, que de cierta manera nos hace quienes somos, todo eso es culpa de la creatividad.
Todos los hombres son creadores por naturaleza, nacimos para eso, vivimos para eso. Sin la capacidad de crear toda persona seria vacía y triste. Crear es la razón de ser de toda persona. Tal como lo dice Fernando Rísquez en “De la piel para adentro”, crear es una necesidad.
Todos podemos ser grandes pintores, científicos o brillantes músicos y ser capaces de pintar hermosos lienzos o escribir canciones que sean capaces de tocar miles de corazones. Pero lo que nos hace ser grandes creadores en alguno de tantos campos que existen, es de cierta forma (como lo dice Rísquez) la educación y los conocimientos, pero por encima de todo, la pasión. La pasión es lo que nos mueve, lo que nos hace pararnos todas las mañanas con ánimos de vivir, de crear. Porque si nos ponemos a pensar, vivir es crear. Sin darnos cuenta, creamos en nuestra vida cotidiana. Desde el jardinero que levanta un jardín donde antes solo había polvo, pasando por algún joven enamorado que escribe una carta de amor a su musa, hasta un brillante músico creando una nueva sinfonía. Vivimos para crear movidos por una pasión.
Sin la intención de ser engreído, de cierta forma es fácil para mí entender esto. Todas las personas tienen una pasión, ya sea que no la hayan encontrado aún o que no se den cuenta, todos somos motivados a crear por una fuerza que va mas allá de todo orden. Tal vez algunos piensen al leer esto, que hablo sin fundamentos repitiendo lo que ya muchos otros han dicho, así que para intentar convencerlos de que lo que digo, lo digo porque lo sé, voy a arriesgarme a darles mi propia experiencia en todo este asunto de la creación y la pasión. Suena algo drástico, pero sin pelos en la lengua y sin ánimos de mentirles, puedo confesar con toda certeza que yo he sido movido por una pasión, el fútbol. Siempre me pregunté qué se sentiría estar en los zapatos de grandes jugadores como Cristiano Ronaldo, Messi, o ¿por qué no?, el mismo Maradona. Después de pensarlo, pude darme cuenta que no tenía ninguna sensación ni sentimiento que envidiarle a ningún gran jugador, porque supe que lo que aquellos deportistas sentían al tocar un balón, al crear una maravillosa jugada, al hacer un drible nunca antes visto o al hacer un gol épico, también lo sentía yo. Tuve claro que tenía algo en común con todos ellos, la pasión por ese deporte. Es la pasión lo que hace a un jugador de futbol, un gran futbolista. Y fue esa la explicación a una pregunta que yo siempre me hice cuando miraba juegos importantes y podía notar la naturalidad con la que aquellos deportistas manejaban el balón en ese estadio repleto de gente, ¿es que acaso no sabían que los estaban observando millones de personas?, ¿Cómo hacían para no intimidarse ante tal atmósfera? La respuesta era muy simple: nada. No había ningún secreto, no los habían entrenado para no intimidarse, ni se habían tomado ninguna pastilla, únicamente hacían lo que amaban, lo que los llenaba, simplemente jugaban futbol con pasión. Tal cual como dice Fernando Rísquez “cuando una persona esta apasionada con lo que está haciendo, cuando una persona está iluminada con lo que está haciendo, cuando una persona está usando su parte sana, le importa un bledo quien lo está oyendo, viendo o tirándole papelitos. ¿Saben cómo se llama eso? Pasión.”
De eso se trata la escritura creativa, es así como nace un cuento, una novela, una canción… Nace de la pasión. Cuando se escribe, hay que hacerlo como si te encontraras en un estadio repleto de gente gritando en tu contra, debes jugar para ti y olvidar todas las críticas a tu alrededor. Para crear, hay que ser uno mismo, ser autentico, sino el fruto de tu creatividad carecerá de sentido.
 Daniel Fuentes.

Este ensayo está hecho a partir de los escritos de Fernando Rísquez “De la piel para adentro”.

Muerte en Hawaii

El siguiente cuento fue fruto de la inspiraciòn de la canciòn "Muerte en Hawaii" de Calle 13, les dejo el enlace de la canciòn para que la escuchen... Espero les guste.

Tirado en la arena de aquella playa, por un instante René tuvo claro que la clave de la felicidad era simplemente “vivir”.
Para René siempre fue interesante descifrar el verdadero significado de la vida. ¿Qué es vivir?, ¿Cuáles son los pasos que se deben seguir para alcanzar la felicidad?, ¿Cómo saber en qué momento se llega a ser realmente “feliz”?. Toda su vida esas incógnitas lo persiguieron sin saber que sólo al final obtendría las respuestas.
Podía sentir su cuerpo rozando la arena, el agua del mar mojar sus piernas y la cálida brisa golpear su cara, pero su mente no se encontraba ahí. Sus recuerdos y pensamientos viajaban tan rápido que apenas tenía tiempo de procesarlos. Estaba viendo la película de su vida pero en cuadros demasiado acelerados como para que tuvieran coherencia. Solo una parte de aquella película rodó en tiempo real. Fue la escena en que apareció Raquel.
Sucedió una tarde de invierno mientras René se dirigía a clases. No era buen alumno y su comportamiento significaba un serio dolor de cabeza para quienes lo educaban. Su futuro no parecía deparar nada bueno. Mientras caminaba observó como unas cuantas chicas, amigas suyas, molestaban a otra. René nunca la había visto antes y le pareció curioso la vestimenta y actitud de aquella chica. Era el tipo de niñas que veía saliendo de la iglesia los domingos con vestidos largos, opacos y demasiado anticuados para su gusto sosteniendo una biblia entre sus brazos felices de haber cumplido con su responsabilidad con Dios. Aunque poco le importaba aquel asunto de la religión, sintió la necesidad de ayudar a aquella chica, así que se dirigió hacia donde se encontraba el grupo y frenó las constantes burlas que le propinaban a la pobre. Ésta sólo le dio las gracias y siguió su camino.
Días pasaron y René no dejaba de pensar en el suceso de aquella tarde, sobre todo en la mirada de aquella inocente y hermosa niña. Trato de no darle mucha importancia y siguió con sus cosas. Tal vez el destino o simplemente fue la irresponsabilidad de René la que lo llevó a necesitar la ayuda de un tutor para poder aprobar el año. Lo sorprendió el hecho de que su tutora sería aquella chica a la que defendió de su grupo de amigos. Se decía para sí mismo: “Genial, seré la burla de colegio. La religiosa será mi maestra ahora”.
Durante el tiempo a solas que ambos tenían asignado para la tutoría, René fue capaz de conectarse con aquella chica como nunca pensó que fuera posible. Jamás pensó verse a sí mismo hablando tan a gusto con alguien como Raquel. Y por parte de ella, a pesar de que conocía quien era ese chico, y la mala reputación que tenia, tomo una decisión que contrariaba su forma de pensar y la de su padre, quien no tenía ningún agrado con René, y le dio una oportunidad a aquel sentimiento que estaba naciendo.
En ese verano sucedieron cosas increíbles. René era una persona totalmente distinta. El amor lo había detraído de sus malas andanzas y estaba volcado hacia la chica que había conquistado su corazón. Gracias a Raquel, la cual lo motivo a que siguiera sus sueños e hiciera aquello que lo hacía feliz, René empezó a estudiar para ser piloto. Sentía que podía hacer lo que quisiera, al igual que los súper héroes, René se sentía invencible.
Raquel por su parte descubrió el amor y todo el poder que este tiene. Al ser tan religiosa, siempre soñó con ver un milagro, y René fue la prueba que tanto esperaba.
Luego de terminar aquella escena de su vida, se dibujo una sonrisa en la cara de René, una sonrisa sincera, de esas que nacen del corazón. Como si estuviera sentado en una sala de cine, pudo verse ahí, en la orilla de aquella playa recostado en la arena junto a la mujer que lo había convertido en un héroe invencible capaz de pelear con cocodrilos, darle la vuelta al mundo en menos de un segundo, ver en la oscuridad sin usar una linterna y sacarle una sonrisa a la “monalisa”. Pudo verse “feliz”, realmente feliz. Lo lleno de alegría darse cuenta que clave de aquella felicidad no había sido Raquel, ella sólo fue la luz que lo guió, la clave de la felicidad está en “vivir”.
Cuando el sol se escondió detrás del mar, Raquel y René soñaban para siempre, volando hacia el cielo como un súper héroe con su amada entres sus brazos, preparados para afrontar nuevas aventuras.
Daniel Fuentes

El hueco

No había explicación lógica de porque José Méndez no podía salir de aquel pequeño e incómodo closet. Tampoco le interesaba mucho dar tanta explicación de por qué encontraba tan maravilloso aquel reducido espacio, ya que no deseaba que algún curioso profanara su apreciado escondite.
 Todo comenzó la tarde de aquel lunes. Un lunes cualquiera, tan aburrido como todos los demás. José se encontraba tirado en el sofá de la casa sintiendo como el fastidio lo consumía, “¿Cuándo llegará?” se preguntaba. A sus 8 años, era tan inquieto y agitado que un día, harta de luchar con él, su madre opto por ignorar cual locura y disparate se le ocurriera hacer a José, claro, mientras que tales locuras no pusieran en peligro la integridad física y mental de otras personas, cabe destacar. Cuando ya sentía que no podía más, y que en cualquier momento se derretiría del aburrimiento tal cual como un chocolate al sol, tocaron la puerta. José corrió a toda prisa, ya tenía una misión que cumplir. Aunque solo fuera abrir la puerta, “era mejor que derretirse, ¿no?”, pensaba. Cuando abrió, encontró del otro lado a Luis, su vecino y para ese entonces, su mejor amigo. Feliz de que Luis al fin hubiera llegado no hizo falta mucho tiempo para que ambos empezaran a jugar. Después de al menos unos quince segundos se decidieron por empezar la jornada de diversión de aquella tarde jugando al escondite. Para suerte de José a Luis le toco buscar. Apenas se dio la vuelta y empezó a contar, José ya había emprendido su búsqueda de aquel gran escondite que anhelaba encontrar. En su carrera, se topo con el cuarto de visita al que su madre le tenía prohibido entrar, pero ya que su madre no estaba y además como José se despertó aquella mañana con ganas de “aventurarse” en algo nuevo, decidió romper las reglas. Cuando entro, sus ojos se posaron directamente en una vieja y maltratada puerta de madera. En cualquier otro entorno que no hubiera sido aquella casa, esa puerta sin duda no daría entrada a nada bueno, resultaba un tanto tenebrosa. “Ahí jamás me encontrará” se dijo para sus adentros. Silenciosamente José se internó en aquel oscuro closet. Por alguna razón que en ese momento a José no se le pasaba por la cabeza, nunca había entrado ahí, ni siquiera se había percatado de la existencia de aquel closet, pero ese día todo sería diferente, aquel día ese era su gran escondite.
Mientras esperaba que Luis empezara su difícil búsqueda, José empezó a apreciar la oscuridad. Era absoluta y acogedora, sentía una especie de protección por parte de aquel estrecho lugar. El piso era frio, lo que combinaba a la perfección con aquella oscuridad. Las paredes tenían una textura rugosa y rudimentaria y debido a lo estrecho que era se podía sentir la presión que ese lugar ejercía a quien entrara ahí. Sensaciones que no había experimentado nunca empezaron a embargar a José. Sintió la paz que aquel sitio le brindaba, un sentimiento que le encantó. Era como un hechizo que por momentos lo hacían sentir como si ya no estuviera en su casa, ni en su barrio, no era nada parecido a lo que él conocía. Aquel mismo hechizo que la oscuridad producía, le daba la oportunidad a José de ir a donde quisiera. Sin necesidad de cerrar los ojos podía viajar a las tierras de “nunca jamás”, con Peter pan y Wendy, una sus películas favoritas. También podía volar sobre los paisajes que estaban dibujados en los afiches de su colegio que tanto le gustaban. Podía navegar ríos, pelear con dragones, correr en peligrosas pistas de carreras, adentrarse en mortales aventuras en tierras hechas de caramelos y dulces. Todo lo que el imaginara la oscuridad se lo daba sin pedir nada a cambio.
Salió del closet horas después y se dio cuenta que Luis ya no estaba, se dio por vencido y al aburrirse de tanto buscar, se fue. Pero eso para José ya no tenía ninguna importancia. Había descubierto una diversión que ningún juego que el conociera le podría brindar. Estaba tan embriagado por aquel pequeño y estrecho lugar que antes solo hubiera descrito como un simple y común “closet” que durante el resto del día en lo único que pensó fue en eso.
Durante los días siguientes José no fue el mismo, aquel niño inquieto se había transformado en un niño introvertido y extrañamente tranquilo. Su mama muy preocupada trataba de encontrar la razón de aquel cambio en José, ya que aunque le gustaba aquella tranquilidad, le preocupaba el extraño comportamiento de su hijo. Ya no jugaba con Luis ni con ningún otro niño. Lo único que cabía en su cabeza era aquel closet que se había convertido en una obsesión para él. Todo lo que hacía, lo hacía mecánicamente, como si de una dolorosa tarea se tratara, lo único que disfrutaba era la oscuridad de aquel closet. Años pasaron y José seguía igual, la oscuridad de aquel closet había borrado toda cordura de su cabeza. El mundo real resultaba un castigo para él y su único consuelo era internarse en aquel closet. Su madre, consciente de la locura de su hijo, decide internarlo en una clínica psiquiátrica. Desde ese día José perdió el sentido de su vida, su mundo, que era ese pequeño espacio oscuro oculto en lo que un día fue su casa, ya no estaba para él. Poco tiempo pasó para que José muriera de dolor. Los médicos sin poder explicar su muerte de manera clara, simplemente concluyeron que José se dejo morir. Y sin duda tenían razón, ya que sin ganas de seguir viviendo en una realidad que le causaba tanto dolor, José decidió encerrarse en la oscuridad de la muerte para siempre, una oscuridad muy similar a la de aquel closet.
Daniel Fuentes.

La dama


Este fue mi primer texto. Naciò de una imagen fotogràfica. No tengo muchas ambiciones con èl, pero es un comienzo. Espero que les guste.


  Eva es una persona solitaria, siempre se ha considerado así. La diferencia entre ella y cualquier otra persona es que la soledad no le resulta dolorosa y punzante como para muchos otros. Tal vez el hecho de ser huérfana de nacimiento creó en ella esa facilidad para estar sola y no depender de nadie. Aunque no es algo natural para una persona común vivir tan desligada de las relaciones humanas y de ese calor de familia que pareciera ser indispensable para todo ser humano, Eva era diferente. Estaba tan acostumbrada a la soledad que para ella esa era su realidad y su destino, aunque no siempre fue así. Cuando era tan solo una  pequeña niña de 9 años, Eva soñaba con encontrar a su príncipe encantado y casarse vestida de blanco en una antigua iglesia repleta de amigos y familiares. Soñaba con tener una familia tan hermosa y unida como la de los cuentos que tanto le gustaban leer. No tardo mucho en crecer y en darse cuenta que aquel mundo de fantasías y cuentos con los que tanto disfrutaba soñar, no eran más que eso, sueños dentro de un mundo que no era piadoso con aquellos que inundaban su vida de fantasía. A medida que se hacía más adulta, Eva empezó a darse cuenta de los golpes que le propinaba la vida. Al verse tan sola, aquella mentalidad inocente y pura de niña, se transformo en rencor y resignación. En aquel momento todos los sueños de aquella niña se esfumaron tan rápido que no dejaron huella.
Eva solo tenía un sitio al que a duras penas podía llamar “hogar”. Aquel orfanato donde había pasado toda su corta existencia le cerraba las puertas aquella noche de invierno, la misma noche en que cumplía dieciocho años. Mientras se encontraba mirando aquella gran puerta de madera, pequeños recuerdos llegaban a su mente como flashes de cámaras. Recordaba cuando era una pequeña niña jugando en aquel gran patio junto con muchos otros niños a los que poco a poco parejas de extraños se llevaban. Eva podía recordar aquellas sonrisas de esos extraños en el momento en que se llevaban a uno de esos niños. A ella nunca se la llevaron. También recordó aquella tarde en la que la directora de aquel orfanato, a la cual Eva nunca le tuvo agrado, le informaba de forma tan fría y despreocupada así como quien lee la receta de una torta, que al cumplir la mayoría de edad tendría que irse del orfanato. Aquel momento ya había llegado.
Sin rumbo alguno Eva se adentraba en aquella fría noche tratando de buscar dentro de si alguna señal de dolor y nostalgia por lo que estaba dejando atrás, pero no encontró nada, solo un gran vacío. En ese momento un hombre alto con un largo chaleco negro cruzó la acera e igualó su paso colocándose tan solo a unos pocos centímetros de ella. Sin previo aviso aquel hombre mostró su insignia policial y la tomó por el brazo. Si algo caracterizaba a Eva era su inteligencia, ella sabía muy bien que no tenía ninguna posibilidad de librarse de aquel corpulento hombre, así que sin oponer fuerza alguna se dejó introducir en un automóvil negro que había aparecido frente a ella.
Todo transcurrió muy rápido desde el incidente en aquella calle, ahora Eva se encontraba en lo que parecía una sala de interrogatorio muy similar a las que había visto en varias películas policiacas que la dejaban ver en el orfanato. Mientras su mente viajaba hacia su pasado, un hombre comenzó a hablar a sus espaldas. Aunque debido a su despiste se había perdido gran parte de la introducción de aquel hombre, cuando terminó de hablar Eva había entendido todo a la perfección. Aquel hombre pertenecía a una agencia gubernamental de inteligencia, y habían reclutado a Eva ya que debido a su situación actual de huérfana era una clara prospecta a convertirse en espía, ya que el principal requisito para serlo era no tener vínculos sentimentales ni familiares, ya que era una profesión altamente riesgosa que ameritaba absoluta concentración y total dedicación. Toda esta información golpeó de tal forma a Eva que la dejó sin respuesta. Hace algunas horas se encontraba en la cálida cama de su antiguo hogar y ahora se encontraba en una sala de interrogatorio con un hombre diciéndole que su destino era ser espía. Si lo pensaba bien parecía una escena sacada de una película.
La dejaron sola para que tomara una decisión, aunque para Eva todo parecía más que claro. Sin nada mas en que creer, ya que había sido abandonada por las personas que le dieron la vida y tras haberse resignado a la soledad, siempre tuvo fe en que había un destino para ella.  A pesar de que todo aquello se había convertido en una absoluta locura, ella vio en aquella oportunidad que se le presentaba ante sí, un camino que por alguna razón sabía que estaba trazado para ella. Fue así como esta solitaria adolescente decidió convertirse en espía.
Muchos años pasaron, ocho para ser precisos. Aquella adolescente sola y abandonada a la que un agente gubernamental había sacado de la calle aquella noche fría y oscura, ahora era una mujer. El duro y arduo entrenamiento al que sometieron a Eva durante tantos años logró  ocultar muy en el fondo su pasado. Todo lo que vio y aprendió durante ese tiempo endureció la personalidad de aquella adolescente convirtiéndola en una mujer fría y sin sentimiento alguno. La personalidad de Eva, así como su anormal comodidad con la soledad, la llevaron a convertirse en una excelente espía. De los cientos de candidatos, solo diez lo lograron, entre ellos estaba Eva.
El día de su graduación, Eva disfrutaba del éxito. Había conseguido lo que se propuso, le dio un rumbo a su vida, la vida había jugado a su favor y le ofreció esta oportunidad que ella supo aprovechar. De cierta forma sentía que ese siempre había sido su destino.
Mientras el director de la agencia daba unas palabras al poco público asistente a esta secreta reunión, Eva desenfoco su atención y por primera vez en muchos años se distrajo. Volteó su mirada hacia la parte izquierda del recinto, y pudo observar a una niña que correteaba por el lugar. Al ver a esa niña Eva sintió como los recuerdos de su pasado que habían quedado tan sepultados en su interior, resurgían como muertos resucitados. Aunque su cara seguía estando tan fría e inexpresiva como tantas horas de entrenamiento la habían enseñado, por dentro un revuelto de emociones la embargaban al recordar esa niña que un día fue, esa niña que tantos sueños e ilusiones tenía. Centro su mirada nuevamente hacia el frente como si nada y enfoco su atención hacia la tarima que se alzaba frente a ella. Sin ella notarlo una lagrima se deslizo suavemente por su cara y así de rápido como apareció Eva la seco con un rápido movimiento. Era la primera vez que Eva lloraba.
Daniel Fuentes.